De Poemas Vampíricos
Jorge Valcor Garte JAGT 25 de julio de 2015
¡Mira compañera!
¡Mira!,
¡Mira!.
Es la lóbrega tela de la noche, conquistando el dominio de la gran estrella rubia.
¡Es hora de sacudirse el hedor frío de la bóveda!
Abre tus ojos espectro. Tú centinela de mi sepulcro, dominio de sumisión a esta agonía ineluctable de mi naturaleza.
¡Nace el fulgor de la noche lóbrega! Una vez más.
Mira: Brillas como siempre u oscureces como siempre el dominio de la aberración del mundo.
¡Sublimándolo, enalteciéndolo!
Surges bella, como es usual, al despertar de tu sueño…
Una estrella brillantísima cuela su luz a través de los elegantes vitrales de nuestro mausoleo.
Y tus ojos pajizos brillan, resplandeciendo.
Como siempre: sedientos.
Como siempre: hambrientos.
Como siempre: alma honda y ansiosa y sublime.
Como siempre: aventurera y ansiosa.
Pulsa, tañe, repiquetea o ronronea tu celular.
Son las doce…
Sufre el viento: gime al atravesar las ramas de los pinos y las acacias, y las hendijas, y los resquicios de los túmulos antiguos.
Y arde la blancura de la bruma gélida, invadiendo el horizonte.
¡Ah!, mira compañera como el cielo negro está repleto de mil estrellas,
De mil soles,
De mil galaxias repletas de estrellas.
¿Sabes, me pregunto porque la suma de tanta luz es incapaz de aniquilarnos?
¡No lo entiendo!
Yo no entiendo muchas cosas.
No entiendo nada,
Y cada vez que conozco nuevas cosas, entiendo menos cosas.
Tú y yo somos criaturas extrañas,
No somos perversos: mi criatura noble.
No somos diferentes a la serpiente venenosa y mortal, a la piraña, al tiburón, al virus o la bacteria.
¡Solo somos vampiros!
¿Eso no nos hace pecadores?
Somos como el sol, el agua, la sal, las olas, la arena, o el aire.
Somos como la rosa, la orquídea, el amor o la bondad.
Somos como la sangre, como el latido, como la vida.
No somos oscuros…
No somos muerte…
No somos monstruos…
Somos aire…
Somos vida…
Somos mar.
Despierta en tu noche, al alba de tu irremediable paso y transcurso.
Huele el aire de palmeras y de cocos,
La alucinación de esa humedad salobre flotando a tu nariz, a tu vientre.
El aire marino de esas pleamares nocturnas rozando tu dermis dulce con sus aguas.
El brillo de tus ojos sublimes devorando universos desconocidos.
Ah, criatura nacida de mi sed de sangre…
No puedes beber de mi sangre,
Ni mi sangre puede aliviar tu hambre, ni tu sed de eternidad:
Somos almas vivas, hechas de oscura noche de estrellas.
Despierta consorte de mis pasiones:
Despierta mi enojo, y mi amor…
Ah! quiero comerme entera tu alma.
