“Nuestras veces han
sido tan pocas y tan insuficientes.”
Mientras hoy recorría ese universo mío que me
separaba de ti: te imaginaba.
Me suponía a mí también compartiendo la misma
inmensidad, parecía conocerte mil años atrás.
Te desnudé y te hice el amor intensamente aún antes
de verte.
Recorrí tus labios y tomé tus manos, sentí el
calor dulce de tu cuerpo.
Te bese tranquilamente como quien encuentra
finalmente ese regazo amable que alivia todos los dolores, todos los
sufrimientos y todos los miedos.
Mientras recorría los kilómetros de nuestra
distancia, quise imaginar que estaba próximo ese umbral imposible que todos,
absolutamente todos pretendemos y ansiamos.
Los minutos para verte parecieron eternos,
inacabables…
Cada metro pareció un largo viaje.
Ahí estabas sentada como anidando en esos
sillones mullidos.
Anidando como una pajarita anidando, protegiendo
sus sueños, sus amores, sus esperanzas.
El día de éste marzo inigualable rendía tributo
al máximo del sol.
La tarde cálida…
El viento tibio.
¡Tu, aroma! … tu olor… tu piel, tu todo.
¡Tú, aroma! sublime y toda esa inmensa pasión
que revienta el poder de las almas antiguas.
Y en tus ojos me ahogué definitivamente…
Irremediable y terriblemente.