Más ahora, después
de andar sumergido en el aire de los años.
Más ahora,
elevadas, caídas torres y fortalezas.
Hemos recorrido
caminos, antes.
Hemos devorado rocas
ácidas. Y cristales de azúcar: vidas separadas y distintas, un
mismo extraño apasionado y sufrido espíritu: Menos ahora, tan
paralela la esencia desorbitada!
Más ahora, después
del curso irremediable de órbitas oblongas.
Tantos ciclos de
nuestra gran estrella acabados.
Más ahora:
Confluencia definitiva de dos ríos de diferentes montañas,
Más ahora, al final
recorrido de tantas órbitas, de vida, dolor, alegría y plenitud:
El resentimiento de
la vida... la dulce pasión de la existencia! Del origen, de lo
perfecto, origen y destino.
Más ahora, ira.
Más ahora,
inquietud, incertidumbre.
Invade la serenidad
y la batalla el sueño: a veces, para no vivir ningún ahora.
Derretido el
inmortal espíritu como un Iceberg extraordinario en mares tropicales
o antárticos, agua salada, tibia:
en silencio,
en soledad.
Pero ama el ego, el
ser, la esencia: vivir, los hechos de la vida entera desembocan en
una sonrisa anciana, la pasión no se extingue como el fuego
inevitable de una estrella antigua.
Entregada la
existencia entera, el licor destilado de uno: esencia, como aguaceros
de vida en esos bosques de almas cercanas.
Amamos,
de un modo
distinto,
ansiamos abrazos,
aroma a hogar.
El consuelo de
decir: esta es mi tierra, este es mi mundo.
Pero solo esperamos
consuelo
sin recibir
abrazos, ni besos, ni calidez, ni alivio.
Más ahora, es
inevitable pensar en las lágrimas, en las angustias, en los sueños
rotos, de un alma ajena.
Parece destruido el
mundo creado, el futuro, lo soñado!
Pero la existencia
continua, la materia no se extingue y no se apagan los crepúsculos,
ni las ideas, ni el pensamiento, ni la bondad, ni el verdadero amor:
hay vida más allá del frío y el desierto...
Más ahora, Vive!
Vivo!
es imposible dominar
el espíritu de ideas irremediables e indómitas:
Es soledad, pero
Vida!
Tu corazón es
fuerte, tu espíritu es inmenso!
Tus dones son
infinitos!
Nos consumimos en la
pasión, sufrimos y sentimos infinitamente porque somos cercanos a
Dios.